La fatalidad del destino hizo que al poco tiempo de nacido, su padre lo abandonara para no saberse más de él, quedó al cuidado de su madre. Así transcurrió su vida al lado de aquella mujer que lo mimaba con besos y lo acariciaba, él inocentemente, sin darse cuenta todavía de su existencia, de igual manera correspondía aquella caricia maternal, con sonrisas, agitando levemente las manos, tal parecía que aquella mujer presentía que al ninño que quería entrañablemente, tenía con el tiempo que ser un gran personaje.

Personas superticiosas que lo conocieron de niño, llegaron adecir que no iba a lograr porque veían en sus manifestaciones sosas sobresalientes. La madre desde aquellos momentos le prodigó más cuidado para que no sufriera nada en su infancia.

En plena revolución su madre unió su vida al señor Mateo Castillo, y debido  disturbios políticos, abandonaron el pueblo de Ixtaltepec y fueron a establecerse en el pueblo de Santo Domingo Petapa, llevando  nuestro compositor de escasos 4 años.

A la edad de ocho años lo enviaron a la escuela del lugar, en donde aprendió a leer y a escribir, formaban juntamente con otros niños de su edad un grupo que alegremente cantaba rimas en sus juegos y canciones infantiles, solamente estudió hasta el segundo año de primaria, por la muerte de su padre adoptivo; su madre quedó sin recursos, por lo que se dedicó a ayudar a su madre para el sostenimiento de la casa, por medio de trabajos que él podía hacer.

Conforme iba creciendo, y en los momentos de descanso después del trabajo, hacía con ayuda de algún utensillio cajitas de madera, flautas de carrizo o de higuerilla y cuernos, sencillos instrumentos que tocaba frecuentemente entonando una canción, no había pieza nueva que no aprendía con sólo oírla una o dos veces. Un señor le regaló un cilindro de boca y con él hacía maravillas ejecutando piezas de moda, así como sones regionales.

En las noches estrellladas y debido al calor del trópico, toda su familia salía a descansaar en el patio de la casa bajo los árboles. Jesús entonces tocaba sus sencillos instrumentos con más alegría, que se oían en la vecindad y todos repetían : "Ese niño con el tiempo tendrá que ser un buen músico".

Cuando había fiestas, concurría a ellas, no como los demás niños a correr y jugar entre la muchedumbre y hacer mil travesuras, sino que gran parte lo dedicaba a oír la música que ejecutaba la banda o marimba del lugar. La música lo llamaba y Jesús poco a poco se iba acercando para dar una sorpresa y consagrarse como músico auténtico.

A la edad de doce años, viendo los componentes de la banda de músicos del lugar que le gustaba estar entre ellos, le ofrecieron trabajo y así toccó sus primeros instrumentos: la tambora y los platillos. Su primera actuación fue magnífica, dejando sorprendidos a sus compañeros.
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